A partir de hoy las compañías estamos obligadas a registrar la jornada laboral de nuestro equipo, esta regulación, fruto del último decreto ley del gobierno, exige que las personas tengan que fichar en el trabajo.
Me parece lógica la propuesta de controlar las horas extras, algunas empresas se aprovechan de ello y hay personas que acaban trabajando muchísimas más horas de las que tienen estipuladas en su convenido. Además, todas estas horas extras no son pagadas. Es evidente que debemos luchar contra esta práctica pero creo que el control de horarios no es la solución para todas las empresas.
En España existen muchos tipos de empresas, en algunas se trabaja únicamente con presencia física, como en la restauración o en los colegios, y en estos casos es relativamente fácil controlar las horas de trabajo, aunque luego en casa se haga revisión de documentos, como facturas, notas de gastos o emails. Pero luego existen muchas otras empresas que están descentralizadas o que se trabajan desde la distancia y, en estas compañías, la persona puede estar trabajando en cualquier momento, puede tener una idea mientras está mirando una serie o tomando unas cañas con sus amigos. Por lo tanto, es prácticamente imposible contabilizar cuántas horas dedican realmente a la empresa.
Esta medida creo que generará estrés a todo el mundo porque, a partir de ahora, la persona que antes podía hacer el trabajo desde donde quisiera, ahora tendrá que estar pendiente de activar una app o ir anotando todas las horas que trabaja. Además, algunas empresas, como Cyberclick, se verán obligadas a cambiar su modelo de gestión porque ahora tienen que controlar a la gente, algo que va totalmente en contra de su filosofía. Nosotros apostamos por la confianza en el equipo, para que cada uno trabaje las horas que considere y se centre en conseguir los objetivos marcados. Si es capaz de lograrlos en menos horas, mucho mejor.
¿No sería más fácil medir la felicidad de las personas en vez de las horas trabajadas? Para mí la solución sería impulsar una ley que midiera el bienestar de las personas. Sería tan sencillo como formular una serie de preguntas que indicarían si la compañía está mejorando, si está ofreciendo mejores condiciones laborales, no solo en el aspecto económico sino también en el emocional.
Si el gobierno nos obliga a tener un responsable de seguridad no me parecería nada desorbitado tener a un responsable de la felicidad. ¿Por qué no empezamos a designar una persona que se encargue de hacer estas auditorías y estos controles de mejora en las empresas? Si conseguimos empresas más felices, tendremos empresas más productivas , un país más eficiente y, sobre todo, más feliz y lleno de sonrisas.