Mark Twain afirmaba que los dos días más importantes de la vida de una persona son el día que naces y el día que descubres por qué has nacido. El primero es la oportunidad de vivir, de ser y dejar tu legado a los que vendrán.
Es un milagro que hayas nacido
Hace unos años, la Universidad de Harvard publicó un estudio del doctor Ali Binazir que calculaba todos los condicionantes previos al nacimiento de una persona. Este doctor examinó las probabilidades de encuentro de los padres, luego miró las posibilidades de que hablaran, se volvieran a encontrar, formaran una relación y decidieran tener hijos. Además, también calculó las posibilidades de que un óvulo y un espermatozoide se juntaran e incluso estudió las probabilidades de que los antepasados se aparearan con éxito. En resumen, concluyó que las probabilidades de que tu nacieras eran 1 entre 400.000 trillones. Solo por esto ya deberíamos estar más que agradecido y si encima has tenido la gran suerte de nacer en una família que te puede alimentar cada día y te permite alguna comodidad, ¡te ha tocado la lotería!
El segundo día también es importante porque es el que le da sentido a tu existencia, es el día en que descubres qué has venido hacer aquí, qué sentido tiene tu vida y qué papel quieres jugar en ella. Encontrar el propósito de tu vida no es tarea fácil, requiere de constante reflexión y de una mirada introspectiva que pocos practican. Unos se encuentran con la lectura, otros mientras viajan, hay quienes practican la espiritualidad o simplemente se dedican unos minutos al día para analizarse y reflexionar. Cada maestrillo tiene su librillo. Adam Leipzing, productor de cine y teatro americano, compartía hace unos años en Ted Talks el secreto para conocer su propósito de vida. Su charla se resumía en cinco sencillas preguntas que cualquiera de nosotros podría responder:
¿Quién eres?
¿Qué haces?
¿Para quién lo haces?
¿Qué es lo que esas personas quieren y necesitan?
¿Cómo ellos cambian con lo que haces?
Lo más interesante de todas estas preguntas es que solo las dos primeras son sobre uno mismo, las otras tres son sobre otras personas: quienes son, que necesitan de mí y cómo cambiarán tras obtenerlo. Quizá ese sea el secreto de nuestra existencia, dar lo mejor nosotros para ayudar a los demás, aunque para eso debemos conocernos muy bien, ¿en qué destaco? ¿qué se me da bien? ¿qué detesto hacer?
Un primer paso es apuntar en una libreta todas aquellas cosas que te motivan, por ejemplo, qué conversaciones te parecen interesantes o qué tipo de libros ojeas en una librería, yo por ejemplo siempre miro los de empresa, psicología o espiritualidad. Luego, fíjate en todas aquellas cosas que para ti son normales pero para el ojo ajeno son extraordinarias, te darán pistas sobre tus dones. Por ejemplo, organizas una fiesta sorpresa para tu pareja, algo que para ti es sencillo y nada del otro mundo, y recibes multitud de felicitaciones y halagos por la organización del evento. Si orientas tu vida profesional en aquellas tareas que se te dan bien y te interesan te será mucho más fácil encontrar el “porqué” de tu vida.
Descubrir el tercer día es un regalo
Si bien es cierto que el primer día y el segundo son imprescindibles a mí me gustaría añadir un tercero: el día que descubres que cada segundo es un regalo. No sé si a ti te ha pasado pero hay un momento en la vida que te das cuenta de que cada momento es único y especial. Cada segundo es una oportunidad y ese día caes en la cuenta de que hay que exprimir la vida, que somos efímeros y que “estamos aquí de prestado” como dice el cantante de Jarabe de Palo.
Muchas personas se dan cuenta de ello cuando ya son muy mayores y han desperdiciado muchos momentos de sus vidas. Es fácil que te des cuenta cuando pierdes un familiar o tienes algún problema de salud pero debes recordártelo cada día porque como decía Steve Jobs:
Remembering that you are going to die is the best way I know to avoid the trap of thinking you have something to lose.
You are already naked. There is no reason not to follow your heart.
Descubrir este tercer día es un regalo porque a partir de ese momento empiezas a valorar más las cosas y las personas, tomas decisiones acertadas, priorizando aquello que te hace sentir bien, y empiezas a vivir de forma diferente: cambias prioridades y aprendes a valorar la vida. Si eres uno de los afortunados que ha vivido ese tercer día sabrás apreciar la vida y serás capaz de cambiar todo aquello que no te hace feliz.