Mañana cuando entres a la oficina no te olvides de las emociones, no la dejes en la puerta, las vas a necesitar durante el día. Seguramente habrás escuchado muchas veces frases como:
“No es personal son negocios”
«No hay amigos en el trabajo”
“Si no tienes algo bueno que decir, mejor no lo digas”
“Aquí hemos venido a trabajar”
“La vida personal, fuera de la oficina”
pero las emociones forman parte de nosotros, sentir emociones positivas y negativas es algo inherente al ser humano así que no insistas en desconectar de ellas mientras trabajas. La gestión de las emociones en el entorno laboral está cobrando mucha importancia porque incide en el bienestar de las personas.
En los próximos años la salud emocional será el primer motivo de baja laboral, el estrés ya se considera la enfermedad del siglo XXI y las cifras son alarmantes: 3 de cada 4 españoles reconoce sufrir estrés a diario, según el último estudio 360º Wellbeing Survey, de la multinacional Cigna. Las empresas debemos trabajar para cambiar estos números y promover espacios y dinámicas de trabajo que fomenten el confort y el bienestar de las personas.
Al fin y al cabo, las emociones actúan como indicadores de nuestro estado de ánimo y las negativas también son necesarias porque nos advierten de las amenazas y los desafíos que tendremos que enfrentar. El enojo, por ejemplo, nos avisa que alguien nos está ofendiendo, irritando o molestando y si somos conscientes de ello podremos remediarlo. Comparto contigo 14 emociones que deberías sentir en el trabajo, sé que existen muchas más y quizá me he dejado alguna importante ¿cúal añadirías?
1. Pena: todos pasamos momentos de tristeza por diferentes motivos: la pérdida de un ser querido, un malentendido, un momento difícil o simplemente que algo no ha cubierto nuestras expectativas. La pena es algo que se intenta esconder en el trabajo pero si la compartes con tus compañeros despertarás su empatía y comprensión y te sentirás mucho mejor.
2. Preocupación: estar preocupado es algo natural, nuestro cerebro reptiliano está siempre pendiente de las cosas negativas que nos pueden pasar y si no lo controlamos es muy habitual que acabemos preocupados. Esfuérzate por intentar encontrar siempre cosas positivas que te ayuden a cambiar la perspectiva. Compartir tu preocupación es también positivo porque muestras vulnerabilidad y los otros empatizan contigo.
3. Vergüenza: ¿quién no ha sentido pudor en el trabajo? todos hemos experimentado alguna situación que nos ha hecho sentir incómodos, como que hacíamos un poco el ridículo. Nos pasa a menudo porque no estamos acostumbrados a expresar lo que sentimos y hacerlo nos genera cierta incomodidad. Lo cierto es que si te abres con tu equipo, la confianza aumenta y la vergüenza va disminuyendo. La vergüenza no es más que una forma de miedo, denota que estás más preocupados por el que dirán que por lo que tú sientes. Quítate ese complejo de encima y haz lo que creas que es mejor.
4. Resentimiento: ya hemos dicho que no somos muy buenos expresando lo que sentimos y por culpa de ello creamos “microresentimientos” o pequeñas decepciones que entorpecen la comunicación, creando barreras y capas que nos distancian de las personas y hacen que la relación no fluya. No dejes que se acumulen, cuanto antes lo puedas compartir con la persona con la que sientes el resentimiento mejor. Además, si lo comunicas de forma asertiva el resentimiento se puede convertir en comprensión.
5. Desesperación: pide ayuda cuando algo no te sale o estás encallado. Muchas veces nos encerramos en nosotros mismos cuando lo más fácil sería levantar la mano y compartirlo con el compañero. Sólo por el mero hecho de comentarlo con alguien ya va hacer que nuestra perspectiva cambie. Los expertos afirman que compartir los problemas es saludable, reduce el estrés y hace que te sientas acompañado y menos angustiado.
6. Enojo: es una emoción muy común fruto de la diferencia entre nuestra expectativa y la realidad. Antes de explotar explica por qué te sientes enojado, al verbalizarlo el enfado disminuirá. ¡Pruébalo!
7.Alegría: todos deberíamos entrar en el trabajo contentos. El artículo Por qué se ríen los niños de El País, afirma que los bebés se ríen entre 300 y 400 veces al día! La media de los adultos se sitúa entre las 20 y las 30. ¡La alegría debería ser el estado natural de las personas!
8. Diversión: muchos creen que el trabajo debe ser aburrido, hay muchas personas que relacionan el trabajo con el sufrimiento pero es que ¿no podemos disfrutar mientras trabajamos? Richard Branson, el fundador de Virgin, afirma que “mucho trabajo y poca diversión es un camino seguro a la fatiga profesional”. Branson puso la diversión en el centro de la motivación laboral y le ha funcionado.
9. Satisfacción: es algo que conseguimos siempre que hacemos el trabajo que nos hemos propuesto y obtenemos el resultado esperado. Para no decepcionarnos deberíamos ser realistas cuando nos fijemos metas y celebrar esa sensación de plenitud que sentimos cuando las logramos.
10. Euforia: parece que la euforia está únicamente reservada para los eventos deportivos pero en el trabajo también podemos experimentar esta sensación de bienestar, felicidad y excitación cuando logramos un hito importante para la compañía y creamos ese momento único con el equipo.
11. Asombro: emoción con la deberíamos llegar al trabajo y a la vida. Fascinados por todas las cosas que nos pasan, sorprendidos por cualquier acontecimiento que nos ocurre: que se encienda una luz, que abras el grifo y salga agua, que cada día salga el sol…todo ello nos parece muy normal pero tendríamos que estar asombrados que estas cosas pasen. Lo mismo en el trabajo, si vamos con esta actitud seguro que vamos a tener una mayor realización porque todo nos traerá esa sensación de novedad que nos permite mejorar y aprender.
12. Admiración: por tus compañeros de trabajo, por tus clientes o proveedores, observar el comportamiento de los demás y reconocer sus extraordinarias cualidades. Cuando admiras tu mirada cambia hacia el otro y este lo va a percibir, así que vuestra relación mejorará.
13. Gratitud: somos muy afortunados por podernos dedicar a un trabajo que nos gusta y nos llena así que no te olvides de los pequeños detalles. Da la gracias, sonríe, sé amable, felicita al compañero, escríbele una nota de agradecimiento, ofrecete para escucharlo… lo que se te ocurra, ¡hay mil formas de expresarlo!
14. Felicidad: en el trabajo también hay espacio para momentos felices. Debemos aspirar a la felicidad como un fin, algo que conseguiremos si nos sentimos satisfechos, si podemos traer nuestro ser al trabajo y hacemos lo que nos gusta. ¡Trabajar y ser feliz es posible!
No seas un bloque de hielo, deja que tus emociones se expresen, disfruta de las positivas y dale la vuelta a las negativas.