Me gusta detenerme por un momento y analizar el nuevo rumbo que hemos tomado las empresas en los últimos años. Un rumbo donde poco a poco nos alejamos de una mentalidad propiamente industrial para poner nuestros esfuerzos en causas aún mayores como son el conocimiento y las personas.

Todavía hay quienes no ven o practican este cambio. Y se trata de una transformación que tiene nombre propio: información. A diferencia de antes, cada día estamos expuestos a mucha más documentación, opiniones, quejas, recomendaciones… Todo un conjunto de información que nos indica que las directrices a seguir en la gestión de empresas verdaderamente efectivas son aquellas que premian y reconocen el valor de la persona.

De este modo, hemos creado un nuevo modelo de gestión empresarial diferente de aquel que conocemos de principio de siglo, en la era de Henry Ford. Ya no seguimos trabajando con un patrón de negocio donde sólo se busca la transacción económica. Obviamente, las compañías tienen que seguir siendo rentables pero ahora, además de generar beneficios, pensamos en la satisfacción y la realización de las personas.

Este nuevo rumbo trae beneficios para los inversores y ahorro para los consumidores. Ambas figuras cada vez más preferirán compañías que sean transparentes y comprometidas con las personas y el planeta, en vez de escoger a otras empresas que puedan generan más beneficio pero que se desentiendan de estos dos aspectos tan relevantes. De ahí, la importancia de estar tan bien informado, podemos conocer las buenas o malas prácticas de las empresas y decidir sobre ellas.

Los proyectos sociales, el potencial de cada ser humano, la admiración por nuestro entorno natural… he aquí las decisiones de peso por las cuales realmente merece la pena invertir tiempo y esfuerzo. Unos valores ajenos a lo puramente económico que consiguen mejorar nuestro día a día y que hacen que nuestro trabajo tenga mayor sentido.

Y es que las empresas debemos de tener siempre en mente un porqué. Buscar más allá aquello que nos desarrolla como personas, que verdaderamente nos hace mejores. Porque el ser humano ha nacido para realizarse y si en nuestro entorno laboral, en el cual pasamos gran parte de nuestra vida, no lo conseguimos, acabaremos convirtiéndonos en autómatas sin ilusiones y fáciles de manipular. Por lo que en la era del conocimiento cada vez habrá más gente que no quiera sumarse a este último colectivo…

Si estás al frente de una compañía o de un equipo, debes lograr sacar el máximo potencial a las compañeros con los que te rodeas porque buscas en ellos un bien mayor. Se trata de una forma innovadora donde la persona es consciente de su control, del papel fundamental que tiene dentro de esta compañía y todo lo mucho que puede ofrecer en ella. De modo que afronta los retos con optimismo y sus resultados son brillantes. Se trata de la estructura que Ken Blanchard exponía con su teoría Servant Leadership. Actualmente, la pirámide de una compañía está invertida: el líder, en lugar de encontrarse arriba, está abajo para ayudar a sus compañeros.

El hecho de estar constantemente impactados por información (datos sobre la competencia, estadísticas respecto al año anterior, fugacidad de los medios e innovación de formatos…) conlleva a que seamos ahora ‘empresas del conocimiento’. Por este motivo, siendo conscientes de los valores explicados, aprovechemos la ocasión para cambiar para bien.

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